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MITCHELL: El culto del victimismo negro ha dominado el discurso en U.Va. por suficiente tiempo

El culto del victimismo negro ha propagado una identidad falsa de victimización interminable para los estudiantes negros.

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Como cualquier culto, el culto del victimismo negro desalienta el cuestionamiento y la disidencia y alienta una mentalidad polarizadora de nosotros-contra-ellos que aviva el resentimiento y el conflicto.

El artículo no expresa las opiniones o posiciones de los traductores. El artículo es una versión traducida del artículo que se encuentra a continuación: enlace

Escritor original: Klarke Mitchell

Traducido por: Alejandro Erazo

El discurso reciente sobre la experiencia negra en la Universidad pinta un panorama sombrío. Tomemos, por ejemplo, el lenguaje empleado en una carta abierta que pretende ser representativa de U.Va Negro [Black U.Va]. La carta, en respuesta a la vacilación justificada de la Universidad de presentar la evidencia de una investigación relacionada con el crimen de odio de la estatua de Homero, evoca la imagen de víctimas nobles que “continúan luchando por la excelencia académica mientras enfrentan ataques contra [sus] personas físicas”. A pesar de una capacidad de resiliencia tan admirable, no está claro de qué ataques físicos, si es que los hay, han hecho víctimas a los autores. En consecuencia, las declaraciones dentro de esta carta necesitan un discurso más amplio sobre la legitimidad de dicho diálogo.

Publicaciones como las anteriores son unas de las muchas publicadas en El Cavalier Daily. De manera alarmante, todos estos comentarios se leen como una imitación de la misma narrativa unilateral, una verdad general aceptada acríticamente de la experiencia negra. Curiosamente, el aspecto más preocupante de estos escritos no es que la experiencia de los estudiantes negros parezca estar definida colectivamente por una cruzada interminable contra el racismo. En cambio, lo que es más preocupante es que todos propagan una concepción exagerada que nadie se atreve a cuestionar públicamente: que los estudiantes negros son víctimas de un sufrimiento perpetuo.

La falta de oposición a esta falsedad es comprensible. Los medios, tanto en Grounds como en los EE. UU., presentan una realidad sofocante de angustia y miseria ineludibles que, si hay que creerla, aparentemente experimentan todos los afroamericanos. El resultado es un eclipsamiento de una verdad más auténtica, aunque a menudo ignorada, del florecimiento sin precedentes de esta generación de estudiantes negros. La prueba es inequívocamente fácil de ver en Grounds, desde la innumerable extensión de recursos hasta los programas de reclutamiento y divulgación que apoyan financiera, académica y profesionalmente a los estudiantes negros. Por lo tanto, la atención insuficiente a la verdad del avance de los negros no se debe a su inexistencia. La razón, creo, se debe a una devoción generalizada al culto del victimismo negro.

El culto del victimismo negro se basa en la disonancia con la realidad. La admisión require que sus adherentes se fijen en los vestigios de la esclavitud y el racismo mientras minimizan los signos de su desaparición. El resultado es un ciclo de victimismo percibido en situaciones que tienen nada que ver con la raza o una inflación de las supuestas dificultades que definen ser negro. Sin embargo, a pesar de sus engaños cegadores, nosotros no estamos definidos por una lucha monolítica para operar toda nuestra vida en modo de batalla.

Una explicación de cómo el victimismo negro logró el predominio que tiene y por qué se refuerza se encuentra dentro de su promesa de ganancia social. Por lo tanto, abundan los devotos al culto del victimismo negro.

Para los negros, el culto del victimismo promete un sentido de superioridad moral y el derecho a la simpatía y atención. Declaraciones increíbles como, “cuando los negros dicen que algo es racista, créanles la primera vez”, afirma esto. No me malinterpreten, es esencial sustentar las voces negras en un esfuerzo continuo para desmantelar la desigualdad racial. Pero aceptar pasivamente la validez de esta declaración implica que cualquier cosa, como elegir estar de pie en el autobús en lugar de sentarse, puede ser una ofensa racial. Por lo tanto, permitir que alguien haga afirmaciones indiscutibles debido a su color de piel es anti-ético a la sociedad justa que todos decimos querer. Hay muchos ejemplos de las consecuencias de permitir esto. Un hombre, asistente del exalcalde de Washington D.C. Anthony Williams, perdió su calidad de vida por usar una palabra sin relación con un insulto racial en una oración con respecto a ser frugal con la distribución de fondos.

Para los blancos, el culto del victimismo promete exoneración. Uno no puede ser culpable de racismo si su relación con los negros está estructurada en torno al apaciguamiento. La misma expectativa se aplica a las instituciones. Aún así, incluso eso no ofrece ninguna garantía contras las acusaciones de racismo por no cumplir con todas las demandas de los negros. La Universidad lo sabe muy bien. La “Carta abierda de U.Va Negro [Black U.Va]” acusa a la Universidad de cometer “actos explícitos de colusión contra la seguridad y el bienestar de los estudiantes negros”. En el mejor de los casos, esta acusación es una afirmación mal fundada. En el peor de los casos, uno podría considerar esto como un alarmismo. Dada mi familiaridad con las conversaciones que han estado ocurriendo en los foros negros, desde la paranoia sobre un hombre montando su bicicleta con la bandera mexicana hasta la teoría de que un regalo en forma de un cheque anónimo por $888.88 significa “Heil Hitler” tres veces, me inclino a concluir el último. Exigirle más a la Universidad será siempre indispensable mientras aspiremos al progreso. Pero no es necesario mancharlo con un lenguaje que promueva un sentimiento de culpa y transmita expresiones exageradas de sufrimiento y tragedia inminente.

Como cualquier culto, el culto del victimismo negro desalienta el cuestionario y la disidencia y alienta una mentalidad polarizada de nosotros-contra-ellos que alimenta el resentimiento y el conflicto. Esto afirma que no existe una identidad negra fuera del contexto del victimismo. La repercusión más vergonzosa es su asalto al progreso. Lejos de defender la igualdad, el culto del victimismo negro asegura que la gente negra conserve una identidad falsa que no es excepcional, pero que sí es digna de lamentos e impotencia. Los negros no son víctimas perpetuas. El curso de nuestra historia y logros, contra viento y marea, es un testimonio de nuestra poderosa evolución. Si realmente queremos lograr una sociedad justa e igualitaria, el ultimo del victimismo negro debe ser destruido.

Klarke Mitchell es una escritora de puntos de vista que escribe sobre la vida universitaria para The Cavalier Daily. Puede comunicarse con ella en opinion@cavalierdaily.com.

Las opiniones expresadas en esta columna no son necesariamente las de The Cavalier Daily. Las columnas representan únicamente las opiniones de los autores.

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